Los narcos en Panamá
El intento de tregua más conocido y polémico de Escobar con, as autoridades colombianas ocurrió en ciudad de Panamá.

La prensa colombiana en los primeros días de mayo de 1984 dedicaba gran parte de su contenido al tema del tráfico de drogas: los allanamientos de las propiedades de los narcos, el tratado de extradición, las hipótesis del asesinato de Lara Bonilla, las nuevas medidas que proponía el gobierno de Betancur para luchar contra el narcotráfico. Mientras todo esto ocurría, en Panamá, en el lujoso Hotel Marriot, Pablo Escobar y Jorge Luis Ochoa se reunieron con el ex presidente  Alfonso López para, a través de él, hacerle una propuesta a Belisario Betancur. Cuando la prensa filtró esta noticia, fue un escándalo que indignó a los colombianos.

Sucedió la tarde del cuatro de mayo, en el encuentro de casi una hora participaron López, Santiago Londoño White, Pablo Escobar y Jorge Luis Ochoa. El ex presidente estaba en Panamá como observador de las elecciones a presidencia de ese país; los capos, en cambio, estaban escondidos de la justicia colombiana que los buscaba en el Chocó, por el asesinato de Lara Bonilla.

Según narra Fabio Castillo en el libro Los jinetes de la cocaína: “Escobar manifestó que los narcotraficantes estarían dispuestos a entregar sus laboratorios, sus flotas aéreas, sus rutas y sus conexiones de distribución en Estados Unidos y a someterse a la justicia colombiana para que fueran juzgados y sancionados con base en las pruebas que existieran en su contra. Agregó también que estarían dispuestos a regresar sus capitales a Colombia. La única solicitud que hacían a cambio de todo esto era que la extradición no fuera aplicada con retroactividad sino a partir del momento de esa entrega. En otras palabras que narcotraficante que exportara un gramo de ahí en adelante podía ser extraditado automáticamente”.

López, encargado de llevarle el mensaje al presidente Betancur, le explicaría años más tarde a el periódico El Tiempo, cómo lo contactaron los capos: “Estaba en Panamá, durante la elección de Ardito Barletta, con otro grupo de invitados que servíamos de verificadores del proceso electoral, cuando de repente apareció Santiago Londoño White quien fue a plantearle a Felipe, mi hijo, que si yo les podía conceder una entrevista a los que habían sido acusados del asesinato de Lara Bonilla, que querían hacerme una propuesta para transmitírsela al Gobierno. Llamé a Belisario y le dije: ¿Tú quieres que yo los oiga o no? Escúchalos a ver de qué se trata -me contestó- y después me cuentas. Tan pronto terminé la entrevista con Escobar y los Ochoa llamé a Belisario y le dije sintéticamente: lo que están ofreciendo es una capitulación. Yo me voy a Miami a descansar, si quieres, mándame a una persona de tu confianza para indicarle cómo es la cosa. Y entonces me mandó a Bernardo Ramírez”.

Bernardo Ramírez,  ministro de comunicaciones de Betancur, se reunió varias semanas después con López en Panamá: “en algún momento, y porque se trataba de saber algo más del crimen del 30 de abril, lo mismo que de conocer de fondo lo que buscaban los señores de la entrevista en Panamá, se pensó que el procurador Carlos Jiménez Gómez, independiente del Ejecutivo y vocero de la sociedad podría hacer nuevos contactos” dijo Ramírez a El Tiempo.

Jiménez viajó de inmediato a Panamá para reunirse con los jefes del narcotráfico, en el libro de Los Jinetes de la cocaína se relata que el ex procurador viajó en una avioneta de los Londoño White acompañado de “quien fuera, paradójicamente, su delegado para la lucha antinarcóticos, Jaime Hernández Salazar, y dos particulares”.

Como resultado de esa reunión, se redactó un proyecto de memorando de seis páginas que se entregó al presidente Betancur. Este hecho se filtró en la prensa, El Tiempo reveló la noticia de estos encuentros. El escándalo fue fulminante para el acuerdo que pretendieron los capos.

Ante la polémica, la oficina de prensa de la Casa de Nariño decidió echarse para atrás y publicó una declaración que expresa: “la reunión de López con algunos extraditables, en 1984, en Panamá se hizo sin conocimiento de Betancur y sin su autorización”.

En su libro, Castillo revela que el documento tiene en las dos primeras páginas una nota dirigida al presidente y que en el resto de páginas se planteó dos momentos para el desmonte del narcotráfico. Al final, tenía unas sugerencias para terminar con la extradición a Estados Unidos, al menos por los delitos anteriores al acuerdo.

Juan Guillermo Ríos, periodista de cabecera de López, reveló el documento pero le suprimió un párrafo en el que aparece comprometido el nombre del ex presidente.

Ese párrafo lo rescata Castillo en su publicación: “El doctor Alfonso López Michelsen, ex presidente de la República, aceptó recibirnos en los primeros días del mes (mayo) en Ciudad de Panamá y su gestión de buena voluntad, eminentemente patriótica al llevar nuestro mensaje de entrega y paz al gobierno que usted preside, llegó a feliz etapa en el momento en el cual el señor procurador general de la Nación, doctor Carlos Jiménez Gómez, nos recibió personalmente en los últimos días del presente mes (también mayo)”.

Años después de la reunión en el Hotel Marriot, esta polémica puso a sus protagonistas: Alfonso López, Bernardo Ramírez, Carlos Jiménez y Belisario Betancur, a publicar distintas versiones de lo que fue unos de los muchos intentos desesperados de los mafiosos para salvarse de la justicia norteamericana. Intentos fallidos que desbocaron lo que los narcos temían y que terminaron con la vida del gran jefe.