En una era en que los atletas profesionales raramente empeñaban sus nombres para fines políticos, Babe Ruth, el beisbolista más grande de todos los tiempos, se alió con una famosa periodista para denunciar la indiferencia del gobierno de Franklin Delano Roosevelt hacia el sistemático exterminio de judíos en Europa.

Una indiferencia hacia el dolor que fue ajena para el legendario beisbolista, para la periodista estadunidense Dorothy Thompson, para cincuenta destacados estadunidenses de origen alemán, para el Congreso Judío Mundial (World Jewish Congress) y para el diario The New York Times, en un momento decisivo.

En un artículo reciente, el diario israelí The Jerusalem Post recupera los aspectos humanitarios de la personalidad de Babe Ruth, quien bateó 714 jonrones y fue uno de los jugadores más versátiles y extraordinarios de la historia del beisbol, que en breve saldrá a la luz en el documental titulado Universal Babe.

La cinta realizada por Byron Hunter y la nieta de Ruth, Linda Ruth Tosetti, que será difundida próximamente en Estados Unidos, enriquece la imagen del deportista también conocido como El Sultán, al revelar el papel  decisivo que jugó en defensa del pueblo judío cuando estaba siendo aniquilado por Hitler, pero también su defensa del beisbol femenil y de las Ligas Negras.

“Al participar en una protesta germano-estadunidense en contra del Holocausto, Ruth usó su poderoso nombre para ayudar a captar la atención del público hacia la apremiante situación de los judíos”, escribió Rafael Medoff para el diario israelí The Jerusalem Post.

Y como la elección del momento oportuno es crucial en el beisbol y en la vida real, el momento que Ruth eligió para su protesta fue crucial porque lo llevó hasta el centro mismo del escenario político justo cuando los funcionarios del gobierno de Estados Unidos intentaban hundir el problema judío en el olvido.

“A lo largo de la primavera y del verano de 1942, los líderes aliados recibieron un flujo constante de informes de que los alemanes estaban masacrando a decenas de miles de civiles judíos. Informes que llegaron al gobierno de
Roosevelt en agosto para revelar que los asesinatos no eran atrocidades casuales sino un plan nazi para aniquilar sistemáticamente a todos los judíos de Europa”, publicó recientemente The Jerusalem Post.

Lo cual derivó en una declaración conjunta que los gobiernos de Estados Unidos y de Gran Bretaña publicaron el 17 de noviembre siguiente para así reconocer y condenar dichas masacres. Pero nada más, escribió Rafael Medoff para el diario israelí.

“Más allá de la declaración de los Aliados, el gobierno de Roosevelt no tenía la intención de hacer nada para responder a las matanzas. No se consideró seriamente abrir las puertas de Estados Unidos ni las puertas de Palestina, entonces gobernada por los británicos, a los refugiados judíos. Tampoco estaba en discusión ninguna medida para rescatar a los judíos”, abundó Medoff.

Y con la misma rapidez con la que las masacres fueron sacadas a la luz empezaron a desaparecer del escrutinio público.

Es decir, que el silencio que tanto denunció el  premio Nobel de literatura y sobreviviente del Holocausto, Elie Wiesel, seguía siendo el cómplice de los nazis para aniquilar a judíos, gitanos, integrantes de otras minorías y disidentes. Sólo que en este caso BabeRuth decidió romper el silencio al prestar su nombre a la periodista Thompson para impedirlo.

“Thompson (1893-1961), la primera periodista estadunidense expulsada de la Alemania nazi que en una ocasión fue descrita por la revista Time como una de las dos mujeres más influyentes de Estados Unidos, después de Eleanor Roosevelt, contactó en el otoño de 1942 al Congreso Judío Mundial con una novedosa idea:  Movilizar a los estadunidenses de origen alemán para hablar  contra la persecución judía de los Nazis”,  dice The Jerusalem Post.

Como periodista Thompson entendía la extraordinaria importancia de que fueran los estadunidenses de origen alemán los que protestaran en contra de las atrocidades que estaba cometiendo Alemania, especialmente en momentos en que el sentimiento pronazi de la comunidad germano-estadunidense era ampliamente conocido.

“Unos cuantos años antes, más de 20 mil simpatizantes de la Confederación Germano-Estadunidense habían llenado el Madison Square Garden para llevar a cabo un mitin a favor de Hitler”, escribió Medoff para dicho diario israelí.

Entonces el Congreso Judío Mundial acordó pagar el desplegado de una página completa que Thompson redactó para acompañarlo con las firmas de estadunidenses de origen alemán que el 22 de diciembre de 1942 publicó el New York Times bajo el título de “Declaración de Navidad de hombres y mujeres de origen alemán” para denunciar las masacres.

“Nosotros los estadunidenses de ascendencia alemana levantamos nuestras voces para denunciar las políticas de Hitler para exterminar a
sangre fría a los judíos de Europa y para oponernos a las barbaries cometidas por los nazis en contra de todos los otros pueblos inocentes bajo su influencia.

(…) Estos horrores constituyen un desafío para nosotros los descendientes de una Alemania que alguna vez ocupó los rangos más altos de la civilización”, decía el desplegado, que se publicó.

Entre los firmantes figuraron académicos de la talla de Christian Gauss, el presidente de la Universidad de Maine, Arthur Mauck, el teólogo protestante Reinhold Niebuhr, el corresponsal de noticias William Shirer, el director de orquesta Walter Damrosch, así como Freda Kirchwer, la editora del semanario The Nation, y Oswald Heck, líder de la Asamblea Estatal de Nueva York.

“Así como un signatario que era de lejos el mejor conocido del público estadunidense: George Herman Ruth”, escribió Medoff para el
Jerusalem Post.