La llegada de un bebé a una casa lo trastorna todo, desde las horas de sueño hasta las de ocio, arrasando muchas veces prácticas como el sexo. El cansancio, las atenciones al bebé, tu estado hormonal y emocional pueden convertirte en un ser asexual. Háblalo con tu pareja o con un terapeuta.

Las parejas pasan por diferentes etapas e incluso situaciones de crisis. Una de ellas es la llegada de un bebé; ser de repente tres en casa puede ser difícil de asimilar para ambos cónyuges. La sexualidad es uno de los aspectos que más se ve afectado por la paternidad, ya que son muchos los obstáculos que hay que salvar para recuperar la normalidad en este terreno.

Al margen de que al principio el bebé va a ser un auténtico ciclón en vuestra relación de pareja, recuperarla dependerá, en gran medida, de que el reparto de tareas sea equilibrado, de vuestra actitud, vuestro trabajo personal y de la existencia de una buena comunicación. 

¿Nada será cómo antes?
Está claro que no, pero ello no significa que vaya a ser peor, sino diferente y, para la mayoría de los padres, mejor. Tener un bebé es la decisión más importante que puede tomar una pareja, y de que estén seguros y preparados depende que su relación salga fortalecida tras la paternidad o se resquebraje. Si existen problemas en la pareja, tener un hijo nunca será la solución para arreglarlo, ya que el esfuerzo y la dedicación que supone cuidar a un niño puede hacer aún mayores las diferencias.

Los cambios físicos y emocionales que la mujer experimenta durante el embarazo pueden crear ciertas tensiones en la pareja. Con la llegada del bebé será imprescindible determinar determinadas conductas, por lo que lo ideal es que la decisión sea consensuada para que no signifique renunciar a cosas para alguno de los dos sino empezar a experimentar otras nuevas.

Vida social, ocio, viajes y tiempos y espacios propios van a desaparecer al menos en los primeros meses de vida de bebé. De la propia pareja depende encontrar un justo equilibrio entre las necesidades del bebé y las suyas. Hay parejas que dejan todo por atender a sus hijos, poniendo sus vidas en un absoluto segundo plano; otras hacen que sus hijos se adapten en la medida de lo posible a sus vidas, acostumbrándolos a viajar, a salir con ellos y relacionarse con su entorno desde pequeños. ¿Porqué no buscar un gimnasio con guardería o asistir a clases de yoga con tu bebé?

Una buena idea para evitar que el cambio sea tan brusco es alternarse en el cuidado del niño para que el otro pueda disfrutar de momento a solas, para dormir, para darse un baño, para quedar con los amigos... Desterrar los sentimientos de culpa en el cuidado de los hijos os ayudará a mantener vuestra identidad como pareja. 

El momento de la comida es el más conflictivoDe amantes a padres
Algo de lo que se quejan la mayoría de las parejas que han sido padres es la brusca desaparición de las relaciones sexuales e incluso de otras formas de intimidad entre ambos. El bebé pasa a ocuparlo todo. El cansancio y la falta de sueño relegan a un segundo plano el sexo y no hay tiempo ni medios para salir a cenar o a divertirse, lo que además suele ser, erróneamente un objetivo secundario para los padres.

Pasado el tiempo en el que el bebé necesita las 24 horas del día a su madre, sobre todo aquellas que les dan el pecho, los expertos aconsejan intentar retomar poco a poco algunas de las actividades propias de pareja, como pasar tiempo a solas, hablar y practicar sexo. No vamos a ser peores padres por hacer algunas cosas sin el bebé, todo lo contrario, eso mitigará la fuerte dependencia que se genera entre los padres y el niño. Cuanto más tardemos en retomar nuestra vida social más nos costará, y eso no beneficiará a ninguno de los miembros de la familia, ya que para los adultos puede suponer frustración y para los niños una actitud excesivamente sobreprotectora. Abuelos, canguros, amigos o familiares de confianza pueden cuidar del bebé mientras pasáis unas horas solos fuera de casa o, simplemente, descansando.

Respecto a la actividad sexual, los cambios hormonales experimentados durante el embarazo y tras el parto, además de las molestias físicas normales, alteran poderosamente tanto la libido como la disposición de la mujer hacia el sexo. En este sentido es necesario que la pareja muestre apoyo y compresión, tratando de buscar momentos íntimos pero sin forzar la relación sexual; es el momento de las caricias y la comunicación.

Por otra parte, si el cuidado del bebé recae sólo en la madre, lo normal será que al terminar el día lo único que ésta quiera sea dormir, en ningún caso mantener una relación sexual.