El polémico affaire sexual que casi acaba con el mandato del presidente de EEUU en 1998 fue un momento clave en la historia. "He engañado a la gente", admitió entonces  

En junio de 1995, Monica Lewinsky comenzó a trabajar en la Casa Blanca como pasante sin remuneración y en abril de 1996 fue trasladada a un puesto en el Pentágono.

La fecha del 28 de diciembre de 1997 está registrada como la última vez que Lewinsky pasó por la Casa Blanca, dentro de las 30 visitas que realizó siendo una empleada del Pentágono.

El problema surgió cuando Linda Tripp, una colega del edificio de Defensa, grabó secretamente varias conversaciones telefónicas donde Lewinsky le contaba su affaire con Bill Clinton, el presidente de Estados Unidos.

Tripp entregó las grabaciones al fiscal independiente Kenneth Starr y la noticia corrió rápidamente por todos los medios nacionales transformándolo en el “escándalo Lewinsky” en enero de 1998.

Tras la demanda de una respuesta clara a la denuncia, el mandatario habló desde la Casa Blanca el 17 de enero y negó absolutamente “haber tenido una relación con esa mujer”. Ese día, hace 15 años, Clinton estaba parado frente a las cámaras junto a su esposa Hillary.

Sin embargo, la investigación continuó y cada vez aparecían pruebas más comprometedoras contra el presidente, quien temía un juicio político y destitución por datos ocultos en otros aspectos de su gobierno.

Finalmente, ante la presión de la opinión pública, cedió a ser interrogado por el Grand Jury y, al quedar en evidencia su relación con Lewinsky, realizó una cadena nacional donde admitía su “error”.

“He engañado a la gente, incluso a mi esposa. Lamento profundamente eso”, dijo Bill Clinton el 17 de agosto de 1998, en una fecha que quedará en la historia de la política mundial.