La policía británica decidió el viernes no inculpar a un hombre de 59 años que, “incapaz de aceptar la muerte de su padre”, había instalado el cuerpo en su sillón favorito y seguía viendo la televisión con él.

Timothy Brown y el esqueleto de su padre llevaban cuatro meses viviendo en una casa de Stafford, centro de Inglaterra, cuando la policía, avisada por un vecino “en estado de shock” por esta visión digna de “Psicosis” de Alfred Hitchcock, detuvo al hijo por “disimulación de cadáver”.

“Desde la cocina podía oír la televisión a todo volumen. Fui a ver, la puerta trasera estaba entornada, hablé un momento con Tim desde el descansillo. Esta en el salón mirando un programa. Cuando abrí del todo la puerta, vi el sillón y un cráneo que sobresalía, me impactó”, contó el vecino a los policías, según la prensa británica.

El hijo explicó a la policía que instaló a su padre Kenneth, de 94 años, en su sillón favorito, cerca de la chimenea, tras declararse un incendio provocado por un radiador defectuoso en su cuarto una noche de junio.

“Un tazón de sopa” le reconfortó, pensaba, pero al día siguiente Timothy encontró a su padre sin vida en el sillón. Y decidió dejarlo ahí, con el pijama que llevaba, y seguir viendo la tele en su compañía.

“No lograba aceptar que su padre estaba muerto. Eran muy cercanos uno a otro y vivían recluidos. El hijo era consciente de que hubiera debido señalar el deceso de su progenitor pero no conseguía hacerlo”, explicó Andrew Weatherley, de la policía de Stafford en el momento de archivar el caso

Dado el estado de descomposición avanzada del cuerpo, la investigación no consiguió dilucidar todos los misterios de la muerte del anciano. La autopsia reveló algunas costillas rotas, sin duda por haberse caído de la cama en el momento del incendio.

La policía estimó que el hijo no tenía “ninguna razón” para matarlo y decidió dar carpetazo al asunto. “Porque en definitiva se trata ante todo de la historia de un hijo que ha perdido a su padre”, zanjó Andrew Weatherley.