Es normal que las parejas discutan, pero ¿en qué punto las peleas rutinarias se convierten en un problema?

“La discusión es saludable cuando se hace sanamente. Es decir, cuando se reconoce que hay diferencias de ideas u opiniones que deben ser resueltas, pero no argumentar”, dice la psicóloga Analilia García, vinculada al Centro Médico de Kaiser Permanente en Panorama City (Californa).

En una discusión sana se unen estos elementos: se escucha a la pareja sin interrupción, se repite con respeto lo que se entendió o escuchó, se mantiene la calma, se busca el entendimiento mutuo y se sabe cuándo no es bueno hablar del tema.

“Normalmente, las parejas que discuten sanamente toman un tiempo para tranquilizarse cuando se sienten muy enojados,  porque el enojo o coraje interrumpe la habilidad de pensar con claridad, empatía y opaca la creatividad para solucionar los problemas de una manera creativa”, resalta la psicoterapeuta.

Cuando las peleas dañan la relación

El psicólogo e investigador John Gottman, profesor emérito de psicología en la Universidad de Washington, en Seattle, y creador del “Laboratorio del amor”, identificó tras sus investigaciones cuatro elementos que son particularmente nocivos en una discusión de pareja: la actitud defensiva, el bloqueo o interrupción, la crítica y el menosprecio.

“La discusión con indiferencia también hace daño”, resalta García. “No escuchar o ignorar las opiniones o necesidades de la otra persona es insano para la relación”.

Discutir no es malo, siempre y cuando ésta se genere con el objetivo de expresar las opiniones y llegar a un acuerdo sin la necesidad de que  se transforme en un dolor de cabeza, al usar un tono de voz agresivo y pesado.

“Las discusiones y peleas se dan en las parejas cuyos integrantes tienen opiniones y creencias diferentes y optan por tomar una postura de imponer sus ideas a su pareja”, detalla García. “El discutir a cada rato no es bueno porque agota y causa avería y resentimiento entre la pareja”.

Por qué se discute

Las parejas discuten por razones distintas, siendo las más comunes la falta de comunicación, la carencia de apreciación, la existencia de expectativas no satisfechas, la frustración sexual, el dinero, los suegros, la diferencia en el estilo de crianza y las heridas creadas por rencillas del pasado.

Al largo plazo, denota García, las discusiones pueden ser causa de divorcio.

Es así que si en tu relación las discusiones son el pan de cada día, pero todavía existe entre los dos amor y el respeto, sería bueno que evaluaras fríamente si en estás tienen o no validez de darse. Si no, entonces evítalas para no minar tu relación.

Recomendaciones

La psicóloga Analilia García ofrece los siguientes consejos que ayudan a evitar que una discusión se trasforme en pelea:

  • Despertar cada mañana y preguntarse:”Que puedo hacer hoy para agradar a mi pareja o hacer su día más fácil”.
  • Saber cuándo es el tiempo para hablar sobre diferencias. Por ejemplo no durante las horas del trabajo, en público o cuando estén enojados.
  • Tener un tiempo todos los días para hablar de diferencias,  para que no se acumulen las preocupaciones o desacuerdos.
  • No empezar a contestar o formular la respuesta en su mente hasta que la otra persona termine, porque eso previene que verdaderamente se escuche lo que se está diciendo.
  • No busques ganar el conflicto, sino resolver el problema respetuosamente.
  • Permitir a tu pareja hablar libremente, abiertamente, sin critica para que se sienta seguro (a) de compartir sus pensamientos más íntimos con confianza.

 

Fuente: http://www.eldiariony.com/2016/06/04/ya-basta-dejemos-de-discutir/