Casi todas las mujeres vivimos, en algún momento de nuestra existencia, un comportamiento sexual que suele definirse como de baja libido y poco deseo de hacer el amor. Esta constituye la disfunción sexual más frecuente entre las mujeres y la tendencia es a que se incremente según pasen los años. La pregunta recurrente es por qué sucede esto, incluso cuando vivimos con la pareja de la que estamos enamoradas y no existen conflictos que justifiquen tal conducta.

La respuestas son muchas y entre las más frecuentes se invocan las alteraciones orgánicas provocadas por el alcohol y las drogas, también las secuelas de tratamientos farmacológicos antidepresivos, trastornos endocrino-metabólicos (por deficiencia de la hormona testosterona) y enfermedades crónicas como la diabetes y la insuficiencia renal.

Factores psicológicos que afectan el deseo sexual

Se relacionan asimismo factores psicológicos -en muchos casos la causa más frecuente-, entre ellos, los conflictos de la pareja, el agotamiento físico, la depresión, el excesivo estrés o ansiedad, el bajo nivel de autoestima, las actitudes negativas hacia la sexualidad y experiencias sexuales traumáticas.

En la lista también podrían agregarse etapas trascendentes en la vida de una mujer que comprometen su respuesta sexual como son el embarazo, la lactancia, el climaterio y la menopausia. Estos procesos producen modificaciones anatómicas y hormonales que en algunos casos involucran la respuesta sexual, aunque no necesariamente conducen a la inapetencia.

Lo ideal sería que esa disminución de la libido no afectara las demostraciones habituales de cariño en la pareja, y que en los momentos de crisis los abrazos y besos no se entendieran forzosamente como una invitación al contacto sexual. Al contrario, más bien podrían avivar la llama que resolvería o ayudaría a prevenir la disminución del deseo sexual. En momentos como esos la pareja necesita tiempo para hablar, salir solos y compartir esos espacios comunes que van más allá de la intimidad.

Fuente: Diario femenino