Un estudio científico sugiere que la edad ideal para casarse está entre los 28 y los 32 años. Si el objetivo es ser feliz al menos durante los primeros cinco años de matrimonio y evitar el divorcio, habrá que apurarse.

El estudio fue realizado por Nick Wolfinger, un sociólogo de la Universidad de Utah (Estados Unidos), y publicado por el Instituto de Estudios Familiares, una institución a favor del matrimonio.

Sugiere que la gente que se casa entre los 28 y los 32 rompe menos que las que lo hacen en años posteriores. Hasta ahora los sociólogos creían que cuanto más se esperaba para formalizar una relación, más duradera y mayor estabilidad tenía, pero esta conclusión no se acompañaba de datos.

Wolfinger analizó las estadísticas nacionales norteamericanas de bodas durante la última década.

“Las cifras de divorcio descendían si el matrimonio había tenido lugar entre los “veintimuchos” y el principio de los treinta”. “La conclusión —escribió—, es que hay más posibilidades de divorcio cuando nos vamos a bodas realizadas entre los treinta y muchos y los cuarenta y pico”. Es más, por cada año que pasa después de los 32, la oportunidad de divorcio crece un 5%, según el estudio.

La conclusión es que el día de la boda la pareja no puede ser ni muy mayor ni muy joven. Según el estudio, hay multitud de razones por las que los “veintimuchos” y los treinta y pocos sea la edad ideal para empezar una larga vida de convivencia junto al otro: ”

“La gente es lo suficientemente mayor como para entender si están seguros de que quieren estar con esa persona, o si están hasta arriba de hormonas. Han hecho ya suficientes decisiones importantes en la vida, y tienen responsabilidades. Además con bastante probabilidad, son ya solventes, financieramente hablando, como para poder hacerse cargo de alguien“, aclaran los autores.

Por otro lado, continúan, “no son tan mayores, en el sentido de que todavía pueden cambiar un poco para ajustarse a la pareja en cuanto a hábitos, estilo de vida, y objetivos comunes. A esa edad, tampoco se tienen ex mujeres o ex maridos o niños con los que repartirse el tiempo y la fidelidad”.

Wolfinger asegura también que la curva persiste sea cual sea el sexo, la raza, la familia de origen, la edad en el momento en que se hizo el estudio, la educación, la religión, o su historial sexual, e incluso, independientemente del tamaño de la población donde solían vivir.

Este sociólogo piensa que el motivo puede estar en la forma de seleccionar de las personas: “Aquellos que esperan a casarse pasados los treinta podrían ser gente que no tiene una plena disposición a luchar por su matrimonio“, escribe.

Con respecto a la felicidad y el éxito del matrimonio, muchos son los estudios ya realizados. En todas las investigaciones existe coincidencia en el siguiente postulado: “Tener dinero y estudios universitarios reducen las opciones de divorcio, al igual que convivir antes de casarse y esperar a tener hijos después de la boda“.

Fuente: Contexto.com.ar