La primera vez que escuchamos el llanto de nuestro bebé en el parto nos inunda la felicidad con esa señal de vida. A partir de entonces vendrán muchos más llantos y no siempre sabremos lo que quiere decirnos. Desde el calor al síndrome KISS, hay numerosas causas que pueden provocar el llanto de nuestros pequeños y aquí te ayudamos a identificarlas.

La llegada de un bebé a casa es motivo de felicidad e ilusión que despierta inmensos sentimientos de ternura y, a la vez, de responsabilidad.  Una responsabilidad que nos lleva a intentar controlar milimétricamente todo lo que afecta al recién nacido. Por eso, el llanto desconsolado del bebé provoca una profunda desazón a sus padres prueban todo lo posible para aliviarlo. 

Hambre, gases, dolor, frustración, sueño...¿Es diferente cada llanto? ¿Se puede interpretar? Hasta más allá del primer año de vida, el llanto forma parte del modo que tiene el bebé para manifestar sus sentimientos, es su modo de comunicación y no se trata de molestar o incordiar. La médico y psicóloga holandesa Coks Feenstra nos enseña en su libro ‘¿Por qué llora mi bebé?’ el significado del llanto infantil y sus posibles remedios.

¿Qué quiere decirnos? 

“Tengo hambre”: Es la causa más frecuente del llanto de los bebés. Los pequeños sienten dolor en el estómago cuando tienen hambre, por eso se mueven tan incómodos si se pasa la hora de su toma o si con motivo del crecimiento se quedan con hambre tras la toma y quieren más. Para interpretar bien este llanto hay que tener en cuenta los horarios de las tomas y observar cómo come. Suele ser un llanto arrítmico que empieza suavemente y va incrementándose.

“Me duele”: El estreñimiento, los dientes, la dermatitis del pañal o una otitis pueden ser motivos de este tipo de llanto. Se trata de un llanto desconsolado, estridente y continuado con la boca abierta, la lengua arqueada e incluso puede temblarle la barbilla. En este caso, el médico podrá detectar cuál es la razón e indicar el tratamiento adecuado. En el caso de los dientes, se puede detectar ya que el bebé tiende a morderse el puño y a babear.

“Estoy malito”: Cuando el bebé tiene fiebre suele mostrarlo con un llanto más bien débil y suave que se entrecorta y suele estar acompañado por ojos vidriosos y por una respiración más acelerada.

“Tengo cólicos”: Los cólicos del lactante son habituales durante los tres primeros meses de vida y su origen no está claro y bien puede deberse al temperamento del recién nacido o a la inmadurez de su aparato digestivo. Es un llanto fuerte, desconsolado y tensionado en que los bebés tienen la tripita dura y los puños cerrados. 

“Esta comida me sienta mal”: Si el niño llora tras empezar a tomar biberones con leche de vaca o tras introducir algún alimento nuevo es muy probable que le siente mal. Es el caso de las legumbres. Hay niños que aún no están preparados para ingerir legumbres o que tienen intolerancia a la leche y sufren dolor tras tomarlas ya que no las digieren bien así que hay que observar a los pequeños cuando se les van introduciendo alimentos nuevos en su dieta. Este llanto que se produce tras las tomas o tras la comida, puede consolarse durante un rato con el chupete pero minutos después reaparece. 

“Estoy incómodo”: Los niños suelen mostrar su incomodidad con un llanto no excesivamente fuerte acompañado con movimientos en los que arquean la espalda o intentas darse la vuelta. Si eso lo que hace el pequeño debemos buscar qué le pasa, quizás tenga el pañal demasiado mojado o sienta frío. 

“Me siento solo”: Antes de nacer, el bebé ha pasado nueve meses en la continua compañía de su madre, sintiendo su calor, escuchando su voz y los rítmicos latidos del corazón por lo que le gusta estar acompañado y sentirse protegido. Este llanto es lastimoso y el gesto del bebé demuestra tristeza con la comisura de los labios arqueda hacia abajo o con pucheros. 

“¡Esto es demasiado!”: Hay ocasiones en que el bebé duerme plácidamente y de pronto arranca con un llanto desconsolado que tensa todo su cuerpo. Este tipo de llanto es fruto de la sobreestimulación. Un día ajetreado, pasar la tarde de brazo en brazo con los familiares y amigos, la música o ruidos constantes, incluso la luz estimula a los pequeños recién nacidos y pueden tener su reflejo durante el sueño.

“Tengo sueño”: Para dormirse es necesario que el pequeño esté relajado. Si ha tenido un día especialmente ajetreado o la ausencia de rutinas no le permite tranquilizarse y adquirir un buen hábito de sueño llorará de modo entrecortado, frotándose las orejas y los ojos e incluso tirándose del pelo hasta conseguir dormirse. 

“Estoy estresado”: Durante la gestación el bebé puede también sentir el estrés de la madre, lo que después se verá reflejado en llanto durante lo primeros meses de vida. Un ambiente sereno y tener tiempo para relajarnos es un buen remedio tanto antes como después del parto. 

Síndrome KISS

KISS procede del acrónimo alemán Kopfgelenk Induzierte Symmetrie Störungen y se trata de una presión sobre la nuca que puede producirse durante el parto y que ocasiona que las dos vértebras superiores estén ligeramente descolocadas. En este caso el bebé llora mucho, suele tumbarse con la cabeza girada y lo músculos de la nuca están tensos y tiende a arquear la espalda. 

Para estos bebés es bueno utilizar hamacas para mantener una postura más curvada que les ayudará a mantener la espalda más relajada.

Bebé llorón

Cada uno de nosotros somos diferentes y desde que nacemos tenemos distintos caracteres. Así, hay bebés más irritables que, por lo general, tienen un llanto más fácil y tardan más en conseguir consuelo. Hay mamás que ven como sus hijos lloran y lloran a diario sin remedio y lo cierto es que es así. 

Se considera que un bebé es llorón aquel que llora más de tres horas al día, durante tres días, en tres semanas seguidas. Cuando esto sucede lo primero es reconocerlo y comprobar que el bebé crece bien, está bien atendido y no sufre de ningún tipo de patología. Una vez descartadas las causas habituales de llanto, si continúa y no encuentra consuelo hay que asumir que nuestro bebé es un poco más difícil que otros y procurar no perder los nervios. La paciencia es la mejor aliada en estos casos. 

Las mamás deben alejar los sentimientos de culpa o de frustración y adaptarse en todo lo posible a la personalidad de sus pequeños porque este llanto desconsolado se reduce con el paso de los meses hasta llegar a desaparecer. 

Sin embargo, esos meses pueden ser muy desesperantes y el cansancio puede terminar agotando a la madre. Por eso, es muy recomendable encontrar una persona cómplice que pueda ayudarnos durante unas horas al día, permitiendo el descanso de la madre y con la que desahogarnos y hablar de cómo nos sentimos. 

Además, como normalmente se trata de bebés más irritables, es interesante tratarlos siempre con suavidad y hablarles antes de cogerlos en brazos o de introducirlos en el agua de baño.